Stefano Ambroso (ICM-CSIC) · Proyecto MITICAP
Biólogo Marino. Responsable del Proyecto MITICAP junto a Josep-Maria Gili. Trabaja en el Institut de Ciències del Mar (ICM) en Barcelona desde 2010 donde continúa su formación como doctorando. El ICM es parte del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y es un centro de referencia en investigación marina.
1. Stefano, estudiaste biología y biología marina en la Università degli Studi di Ferrara y en la Università degli studi di Trieste, ¿cómo comenzó tu carrera en el mundo de la investigación? ¿Cómo terminaste viviendo en Barcelona? ¿Cómo fue para ti el cambio?
Mi carrera de investigación empezó en el Institut de Cències del Mar (ICM-CSIC) en 2009 para desarrollar mi trabajo de final de carrera sobre la distribución espacial y batimétrica de dos especies de corales blandos en la costa de Cap de Creus mediante el análisis de videotransectos grabados con Vehículos Operados Remotamente (ROV). Después hice un Máster en Oceanografía y Gestión del Medio Marino en la Universidad de Barcelona. Al final del máster estuve involucrado en el proyecto Indemares, donde empezamos a explorar la zona profunda de Canal de Menorca y Cap de Creus mediante técnicas de muestreo no invasivas. Desde entonces, Barcelona fue mi casa hasta el día de hoy. Simplemente empecé mi carrera de investigador en Barcelona a raíz de una oportunidad que en Italia no tuve al terminar la carrera. El cambio de un país a otro se notó bastante al principio, pero al ser dos países hermanos no tardé en acostumbrarme y rodearme de personas que considero mi familia.
2. Actualmente, estás desarrollando tu doctorado, cuéntanos un poco acerca de tu investigación ¿qué te ha motivado a formarte como doctor? ¿Cuál es el objetivo principal de tu tesis?
Cuando empecé a trabajar en el Institut de Cències del Mar no tenía pensado formarme como doctor, me veía más como un técnico de laboratorio especializado en análisis de imágenes submarinas. Con el paso de los años, sentía que algo me faltaba, un proyecto que pudiese considerar mío y justo en el momento más delicado de mi vida laboral se me presentó la oportunidad de desarrollar una tesis de doctorado en el continente que desde pequeño siempre he querido visitar: la Antártida. El objetivo principal de este proyecto de tesis es entender los patrones de distribución de diferentes grupos de animales bentónicos que se encuentran en la plataforma continental antártica a más de 500 m de profundidad.
3. Has tenido la suerte de visitar un lugar al que muy pocas personas han viajado, la Antártida, ¿cómo describirías la experiencia? ¿Qué obtuviste de esta expedición a nivel personal y profesional?
Tuve la suerte de visitar la Antártida dos veces, la primera en el año 2014 y la segunda a principio de 2019. Siempre recordaré el momento en que se me comunicó que iría al Antártida, Josep-Maria Gili, mi actual director de tesis, se plantó en frente de mi escritorio y me dijo: "Prepárate que en dos meses iras a la Antártida". Desde ese momento empecé a experimentar nuevas sensaciones que me hicieron sentir como si fuera el mismísimo Amundsen. Para cualquier biólogo marino, la Antártida es el paraíso y yo me siento muy afortunado por haberlo visitado dos veces. La primera vez fue una campaña muy larga: tres meses en un barco con 50 investigadores y otros 50 tripulantes. Todo el mundo me decía que no sería nada fácil estar tanto tiempo en un espacio reducido, pero a mí no se me hizo ni difícil ni largo, al final de la campaña me habría vuelto a embarcar otra vez enseguida. Gracias a esta inolvidable experiencia, gané muchísimo tanto a nivel profesional como personal, ya que pude empezar mi proyecto de doctorado y conocí a investigadores de primera con los que aún mantengo una sana relación de amistad.
4. En relación al Proyecto “Implementación de Medidas Innovadoras de Cooperación entre Pescadores y Científicos para una Mejor Gestión de la Pesca Artesanal con el Objetivo de Mitigar sus Impactos en Hábitats Marinos Sensibles”, ¿cómo empezó en este proyecto? ¿Sobre qué necesidad se crea la idea?
Este proyecto empezó a raíz de varias discusiones con otros investigadores sobre cómo solucionar el problema de las capturas accidentales por la pesca artesanal en la costa del Cap de Creus. Visitando a menudo el puerto de Port de la Selva y el puerto de Cadaquès pudimos establecer una fuerte conexión con los pescadores artesanales de la zona, plantearles el problema y al final pedir juntos un proyecto de esta magnitud. La necesidad de todos era intentar reducir el descarte formado por especies creadoras de hábitat y que proporcionan refugio y alimento para muchas especies de carácter comercial. Estaba en el interés de todos proteger estos ambientes.
5. ¿Qué avances destacarías dentro del proceso de ejecución del proyecto? ¿Cómo han recibido la comunidad de pescadores artesanales esta iniciativa? ¿Existe una colaboración activa con los investigadores por su parte?
Respeto al primer año, los avances fueron muchos. Pudimos rescatar un gran número de especímenes gracias a la colaboración activa entre pescadores e investigadores. Cambiamos algunas redes de pesca para que fueran más selectivas y que no dañasen tanto el fondo marino. Gracias a la contratación de personal altamente formado en temas de robótica y conservación ambiental pudimos ejecutar una campaña oceanográfica donde exploramos con robots submarinos 5 diferentes caladeros de pesca y consecuentemente mediante un curso de robótica direccionado a pescadores e investigadores conseguimos aprender a maniobrar esta tecnología muy valiosa para la investigación de comunidades bentónicas profundas.
6. ¿Podrías especificar cuáles son los principales problemas que genera la pesca artesanal en los hábitats marinos? ¿Cómo afecta a las especies que viven en él?
La pesca artesanal, dependiendo de que arte se usa, tiene efectos diferentes en los hábitats marinos. Las nasas, siempre y cuando se usen de manera apropiada (recuperándolas como máximo después de 2 días de fondeo), son artes de pesca que tienen un efecto menor en las comunidades del fondo. Sin embargo, si se pierden se convierten en una trampa mortal para numerosas especies a lo largo de toda su vida. Los palangres también tienen un efecto minoritario sobre las comunidades del fondo. El trasmallo, contrariamente a las otras dos, es el que recoge más especies sin interés comercial, transformando cada día más, un fondo poblado por corales y esponjas, en auténticos desiertos submarinos.
7. ¿Algún mensaje final que quieras compartir? (Consejo, conclusiones o llamamientos).
Proyectos como el MITICAP son necesarios hoy en día para concienciar a la gente sobre la importancia de las comunidades bentónicas. Sin ellas, no hay futuro para nuestros mares. Allí donde aparece un desierto submarino no existe vida y no puede volver a regenerarse de manera natural. Aprender a respetar nuestros mares es necesario no para tener un futuro mejor sino para tener futuro.